Desde ese rincón de vida desequilibrada, una vez estuve donde tú estás ahora. Soy Marisela Vásquez, y mi camino hacia el bienestar fue todo menos sencillo. Sumida en un torbellino de estrés, mis elecciones alimenticias eran una montaña rusa de indulgencias poco saludables. Cargando más peso del que mi cuerpo podía soportar, incluso sacrificaba horas maravillosas de sueño en un intento por mantenerme al día.
Pero la factura de este estilo de vida caótico no tardó en llegar. Mi cuerpo, en protesta, comenzó a rechazar todo lo que consumía. Las intolerancias alimentarias se convirtieron en mi nueva realidad, y mi peso se desplomó hasta las 70 libras, dejando a mi apariencia y energía en un estado que reflejaba más un fantasma que una persona. Sentía que había perdido el control y la cordura, y el futuro parecía incierto y desolador.
Fue entonces cuando me di cuenta de que era el momento de tomar las riendas de mi vida y marcar un punto de inflexión. Tomé una decisión audaz, un cambio de carrera que me permitiera no solo sanar mi propio cuerpo, sino también redescubrir mi propósito de vida. Así, mi travesía hacia la salud y el bienestar tomó un rumbo nuevo y emocionante.
Hoy, mi enfoque se centra en una misión clara y apasionante: asistir a mujeres que, como yo, se encuentran lidiando con condiciones metabólicas y desafíos de salud, además de toda la carga emocional que acarrea todo este tema. Comprendo el peso físico y emocional que esto puede conllevar, y es por eso que me dedico a guiarlas en la transformación de sus hábitos. Creo en cambios graduales y sostenibles, en la implementación de pequeños ajustes que generen un impacto duradero en sus vidas.
Mi historia es un testimonio viviente de que es posible transformar la adversidad en fuerza. Siempre recuerdo cómo pasé de ser una sombra de mí misma a brillar con vitalidad y pasión. Y es mi deseo genuino y profundo compartir este viaje contigo, para que juntas podamos construir un futuro en el que el bienestar sea la norma y la salud, una compañera constante en nuestro caminar.
Si yo pude hacerlo, tú también puedes.
Un abrazo,
Marisela
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